Reproducimos un fragmento del texto "Ficino, lector de la República", de César González Ochoa, en el cual expone un interesante análisis sobre el concepto de "número fatal" en el filósofo griego, y el uso que el italiano aspira a darle con un propósito tanto filosófico como político y social. Puede leerse el texto completo en este enlace.
Los sabios renacentistas tendían a ver el mundo como una figura o como una cifra, y que las estructuras matemáticas en el mundo eran parte de esta figuración divina; de allí que las disciplinas relacionadas con el número, incluyendo allí la aritmología y la astrología, tuvieran como fundamento esa visión tanto en sus métodos como en sus metas. El libro de la Sabiduría de Salomón proclamaba, en un muy citado pasaje, que Dios hizo todas las cosas “en número, peso y medida”, como el arquitecto del mundo, como el geómetra celestial, como el maestro musical de la divina armonía. Y el hombre, como imagen divina de Dios, había sido diseñado por el creador con un cuerpo de proporciones geométricas, con un temperamento armoniosamente balanceado, con una mente matemática. La suprema autoridad de esta visión matemática del hombre como matemático es Platón, portavoz de la tradición pitagórica de la cual sus propios estudios científicos se habían nutrido.
El primer intérprete moderno de Platón y también el primero que lo tradujo fue Marsilio Ficino (1433–1499), principal neoplatónico del Renacimiento y responsable de su difusión en los países europeos. Su más importante contribución fue sin duda la traducción de las obras completas de Platón al latín, editadas primero en Florencia en 1484 y después en Venecia en 1491, y de las de Plotino, publicadas en 1492 en Florencia; fue reconocido por sus contemporáneos como el supremo intérprete y comentarista de Platón. La traducción de Platón fue obra de toda su vida pues, a medida que Ficino traducía las obras, escribía un argumentum, que era un epítome o comentario inicial; esto lo hizo para cada uno de los libros de la República y de las Leyes, así como para cada uno de los demás diálogos; según señala Allen, “el argumentum para el octavo libro dataría de fines de los 1460, ya que el libro mismo es el número 38 en la secuencia de diálogos traducidos (contando cada libro de la República separadamente)...”.
Este texto inicial no aventura una solución al problema del número geométrico; esto lo hace unos treinta años después en su ensayo Commentarius in Locum Platonis Ex Octavo Libro de Re Publica de Mutatione Platonis de 1484 y 1491 y representa un renovado intento, en los últimos años de su vida, por llegar al valor del número geométrico de Platón. En 1460 no se atreve a dar una solución al problema del número, pues, incluso en esta época Ficino no estaba muy seguro de las intenciones de Platón, como se ve al inicio de su libro: “Por mucho tiempo, los prodigiosos enigmas en [el libro 8 de la República, 546a-d] nos han aterrorizado a los platonistas Rei Publicae per Numerum Fatalem, publicado en 1496, y que Allen llama De numero fatali. Este ensayo toma la forma de un comentario al libro 8 de la República; es, por tanto, posterior a las ediciones de y nos han hecho consagrarnos a su explicación”. Con De numero fatali, Ficino intenta dilucidar el pasaje tal vez más enigmático de todo el corpus platónico, pero el resultado fue un pequeño tratado muy poco tomado en cuenta por el mundo académico, por lo que esos prodigiosos enigmas continúan provocando estupefacción.
[...] El hecho de que Marsilio Ficino se hubiera orientado hacia ese breve pasaje de la República en lugar de hacia otros más conocidos y comentados, como el de la caverna, el de la idea de lo bueno o el del mito de Er, muestra la importancia de ese fragmento y del reto que planteó a la vida intelectual durante el Renacimiento y la época de la recepción europea de Platón. Ficino fue el primer pensador occidental en tomar como problema el número fatal y sus implicaciones a la luz de las matemáticas platónicas. En ese tratado estaba dispuesto a aclarar tanto como fuera posible lo que él pensaba que era el más oscuro pasaje de la República; al final, propone un valor para el número fatal. El texto también planteó cuestiones de interés acerca de la tradición platónica y de las concepciones del hombre del Renacimiento, así como otras relativas a la historia, las cuales están presentes como parte del telón de fondo de la religión y política florentinas al final del siglo quince. La cuestión del número fatal trae a cuento la ciudad ideal de Platón, que prefigura una Florencia inflamada por el movimiento de la reforma de Savonarola, con sus predicciones apocalípticas de que un ciclo llegaba su fin, y que esos turbulentos años de finales del siglo quince eran los que precedían a la gran calamidad.