La Crónica de Nüremberg, un hito renacentista


Cuando se piensa en el Renacimiento, a uno le suelen venir a la cabeza una serie de conceptos como "recuperación de los clásicos", "la época de los descubrimientos", "erasmismo y reforma"... No es tan frecuente que se incida en uno de los aspectos que mayor influencia tuvo en el devenir de la historia cultural de Europa: los primeros proyectos enciclopédicos. De hecho, resulta difícil concebir una obra como la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert sin el antecedente, más o menos remoto, de la Crónica de Nüremberg, una obra en la cual se sintetizaban los saberes disponibles en la época en el ámbito de la geografía y la historia.

El libro fue editado en un formato descomunal para la época (gran folio) y era muy extenso, contando con un enorme número de xilografías (más de 1.800, algunas utilizadas en varios capítulos distintos); entre ellas, las que más llamaron la atención fueron las vistas urbanas, que aparecían acompañadas por una descripción de su creación, nombres y hechos significativos, economía y comercio... es decir, desde una perspectiva absolutamente moderna y burguesa del mundo.

La obra fue publicada en dos idiomas, latín y alemán, con lo cual se incidía en uno de los rasgos definitorios del Renacimiento del norte de Europa: la apuesta por la lengua vulgar en igual de condiciones respecto al latín. Este hecho, que Lutero llevaría a sus últimas consecuencias con sus traducciones de la Biblia al alemán, supuso un impulso extraordinario a la democratización de la cultura en Alemania. El autor del texto fue el físico y humanista Hartmann Schedel (1440-1514).

El origen mismo de esta obra ya da la medida de su carácter innovador. A diferencia de otros países, donde los monasterios y universidades acaparaban la iniciativa cultural y artística, en Alemania y los Países Bajos se estaba desarrollando una potente burguesía que acometía innovaciones en todos los campos sociales. Esta Crónica, por ejemplo, fue impulsada por dos comerciantes, Sebald Schreyer (1446-1520) y Sebastian Chamber Champion (1446-1503). Las ilustraciones salieron de la mano de los pintores Michael Wolgemut (ca. 1434-1519) y Wilhelm Pleydenwurff (ca. 1450-1494). La impresión corrió a cargo de Anton Koberger (ca. 1440-1513). Todos estos artistas eran oriundos de la propia ciudad de Nüremberg, que de este modo se erigía en un polo de irradiación artística y cultural de primer orden.

Esta Crónica expone la historia del mundo en una secuencia narrativa, siguiendo el esquema expuesto por Isidoro de Sevilla en sus Etimologías (siglo VII), es decir, en seis grandes épocas, a las cuales el autor añadió dos más: la llegada del Anticristo y el Juicio Final. La fuente principal de inspiración para Schedel fue el "Supplementum chronicarum" del italiano Foresta Jacobus (1434-1520), con aspectos tomados en préstamo de Enea Silvio Piccolomini y de Hieronymus Munzer.

La Crónica de Schedel tendría una continuación natural en la Cosmografía de Sebastian Münster, publicada en la ciudad de Basilea en 1567, en la cual se pondría de manifiesto el inmenso avance de las ciencias que se había producido durante unas pocas décadas: justamente, las que venimos calificando con el nombre de Renacimiento.

En el Club del Facsímil disponen de una reproducción íntegra de la Crónica de Nüremberg, en concreto, la edición coloreada a mano (ya que la primera edición apareció con los grabados en blanco y negro).